La psicoterapia para adultos: un antes y un después en el camino para recuperar tu bienestar emocional

Durante la vida adulta es común atravesar momentos en los que sufrimos algún malestar de origen psicológico. 

El malestar emocional puede manifestarse de varias maneras pero, se podría decir que generalmente tenemos la sensación de sentirnos ansiosos, irritables, enfadados, tristes o apáticos y desmotivados. 

Algunas veces esto comienza a expresarse de forma enmascarada a través de nuestro cuerpo: aparecen problemas gastrointestinales, dolores de cabeza, taquicardia, problemas dermatológicos, entre otros. En otras ocasiones, se alteran algunos de nuestros hábitos: aparecen problemas para conciliar el sueño o la necesidad de dormir muchas horas, tenemos una sensación continua de hambre o, por lo contrario disminuye nuestro apetito. 

La terapia psicológica para adultos en ocasiones representa el único tratamiento eficaz, que puede ayudar a tratar estas dolencias y representa un antes y un después para la persona: recuperando su bienestar y superando su malestar emocional. 

¿CREES QUE NECESITAS EMPEZAR PSICOTERAPIA?

La mayoría de las veces cuando te has encontrado en una situación emocional difícil seguramente has podido reponerte con los recursos psíquicos que tienes y pidiendo ayuda y compañía de tus familiares y amigos. Sin embargo hay algunas señales que  estos recursos no están siendo suficientes y quizás necesitas ayuda profesional a través de un espacio psicoterapéutico.

8 señales que te ayudarán a saber si necesitas un psicólogo para adultos

  1. Sientes que el malestar persiste en el tiempo
  2. La intensidad de tus síntomas ha aumentado
  3. Los recursos que tienes te resultan insuficientes para volver a un estado de equilibrio y bienestar
  4. Tienes síntomas psicológicos como pensamientos y emociones que te generan malestar.
  5. También tienes síntomas físicos que sientes que están relacionados con tu estado emocional, como taquicardia, sudoración mareos, dolor de cabeza.
  6. Cosas que solías hacer de forma habitual y que disfrutabas ya no te apetece hacerlas.
  7. Tu motivación no es la misma, no sientes la misma energía para hacer las cosas, te sientes cansado y desanimado.
  8. Últimamente tienes alteraciones en el sueño y/o la alimentación.